Tiempo de Dios ¿Tiempo de los hombres? ¿Felices o esclavos?
- Prensa Emisora Mariana
- 11 mar 2019
- 2 Min. de lectura
Por Luis Daniel Londoño Silva

Foto tomada de: www.pinterest.com.mx
“Dios hizo todo hermoso en su momento, y puso en la mente humana el sentido del tiempo, aun cuando el hombre no alcanza a comprender la obra que Dios realiza de principio a fin. Yo sé que nada hay mejor para el hombre que alegrarse y hacer el bien mientras viva; y sé también que es un don de Dios que el hombre coma o beba y disfrute de todos sus afanes. Sé además que todo lo que Dios ha hecho permanece para siempre; que no hay nada que añadirle ni quitarle; y que Dios lo hizo así para que se le tema” (Eclesiastés 3,16).
Dime cómo concibes el tiempo y te diré si eres feliz o esclavo. Existe un tiempo medible, un tiempo que, mal concebido, puede secuestrar a cada ser humano midiendo fríamente el transcurrir de sus horas, sus minutos y segundos. Ese tiempo que agobia, que crea nostalgia, melancolía, destruye sueños y lleva al sin sentido de la existencia humana.
Este tiempo medible, puede empujar a la desesperanza, cuando crea en las personas un sentido de culpa, de impotencia y la lanza a quedarse ensimismada, en lo que pudo ser y no fue, en la pérdida, en los sueños no alcanzados, en las oportunidades desperdiciadas y con cierto sabor de fracaso.
Los secuestrados por el tiempo medible, no alcanzan a percibir lo que significa una milésima de segundo en el transcurrir de la existencia humana.
Existe un tiempo no medible, ese es el tiempo de Dios. Dios nos ama, crea, recrea, asombra y es siempre nuevo; en Él, la vida es un todo que, paso a paso, va revelando la acción transformadora del Espíritu Santo, que todo lo renueva y nos saca continuamente de nuestra zona de confort.
Si el tiempo de Dios no es medible, significa que cuando hacemos oración de petición y de súplica, hemos de esperar con confianza porque Él nos responderá, no con nuestras exigencias y nuestros tiempos, sino con la misericordia de Padre que sabe qué nos conviene y qué necesitamos. La oración de petición y súplica es la de quien sabe esperar y confiar.
Vivir el tiempo desde el sentido de Dios nos dará serenidad y una inmensa alegría.
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