Santa CLARA DE MONTEFALCO (1286-1308)
- Prensa.
- 17 ago 2017
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Una gran mística que iluminó con su esplendor espiritual los inicios de la historia agustina. Nacida en Montefalco (Italia), a los seis años de edad se sintió llamada a una vida de entrega a Dios.

En 1290 tomó el nombre de Clara de la Cruz, constituido jurídicamente en monasterio, tomando por la regla de San Agustín. Clara fue elegida como superiora, un servicio que mantuvo hasta su muerte.
Espiritualmente una mujer madura por el don de Dios decidió seguir el camino que siempre había soñado, poner su vida en gracia del Señor. Después de un largo camino de purificación interior llegó a la unión mística con Cristo crucificado.
Se interesó por el estado de la Iglesia, poniéndose en contacto con obispo y cardenales. Aconsejó y ayudó espiritualmente a sacerdotes y religiosos.
Después de la purificación y de pasar por difíciles pruebas, él señor la unió a sí imprimiéndole milagrosamente los signos de la pasión. Hasta su muerte repetía que Cristo los había grabado en el corazón.
Santa Clara voló al cielo el 17 de agosto de 1803, cuando tenía 40 años. Días después de su muerte la familia decide comprobar las palabras dichas por Clara. Extraído el corazón encontraron algo sorprendente su corazón no tenía división alguna, sino que era como una gran bola cuya pared estaba hecha de varias cavidades, cada una de las cuales contenía una insignia de la pasión.
La noticia se propago algunos creían que era algo infame, pero en su cándida figura se ve el amor puro y apasionado por el Señor, el abandono dócil que permite a Dios plasmar a su gusto y realizar cosas extraordinarias con todos aquellos que lo aman con gran fervor.
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