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NOVENA A SAN AGUSTÍN (DÍA PRIMERO)

  • Prensa.
  • 19 ago 2017
  • 4 Min. de lectura

Por la señal de santa Cruz…

Acto de contrición.


Oración de todos los días.


¡Peregrinos y enfermo, vuelvo a ti, Dios mío cansado de peregrinar fuera de ti y agobiado por el grave peso de mis males! Lo he visto; lo he experimentado: lejos de ti no hay abrigo, ni hartura, ni descanso, ni bien alguno, que sacie los deseos del alma que creaste.


¡Heme, pues aquí, desnudo y hambriento y miserable, ¡oh Dios de mi salud!

Ábreme las deseadas puertas de tu casa; perdóname; recíbeme, sáname de todas mis enfermedades, úngeme con el óleo de tu gracia; y dame el ósculo de paz que prometiste al pecador contrito y humillado.


¿A quién, sino a ti, clamaré, desde el profundo abismo de mis males, oh Dios mío, y misericordia mía?

Como el ciervo herido desea la corriente de las aguas, así mi alma corre a ti, sedienta de tu amor y desea tu rostro amabilísimo.


¡Oh verdad, ¡oh belleza infinitamente amable!, ¡mi Dios!, ¡Cuán tarde te amé!, ¡Cuán tarde te conocí!; y ¡cuán desdichado fue el tiempo en que no te amé, ni conocí!

Mis delitos me han envejecido; mis culpas me han afectado; mis iniquidades han sobrepujado, como las olas del mar, por encima de mi cabeza.


¡Quién me diera, Dios mío, un amor infinito para amarte, y un dolor infinito para arrepentirme del tiempo en que no Te amé, como debía!

Más, al fin te amo y te reconozco, bien sumo y Verdad suma; y con luz que ‘tú me das, me conozco y me aborrezco, pues yo he sido el principio y la causa de todos mis males.


¡Conózcate yo, Dios mío, de modo que te ame y no te pierda!

¡Conózcame a mí, de suerte que sepa aborrecerme y no me busque vanamente en cosa alguna!


Amarte yo, mi Dios, y suma riqueza de mi alma, de modo que merezca poseerte, y ¡aborrézcame a mí de modo tal, que me vea libre de la gran miseria de mí mismo!


¡Muera yo a mí, que soy causa de muerte, para no morir con muerte sempiterna!, y ¡viva yo para ti, Dios mío, y Vida mía, de modo que tú seas mi verdadera vida y mi salud perfecta para siempre! – Amén.


Oración final para todos los días.

¡Gloríosísimo Padre San Agustín, Doctor sapientísimo de la gracia, Custodio fidelísimo de la fe, Patriarca dichosísimo de la gran familia agustiniana y de tantas familias religiosas que abrazaron vuestra apostólica Regla, como amplísimo camino de perfección y santidad! Acordaos, en la abundancia de vuestra gloria y en las eternas alegrías de la patria, de los que todavía gemimos en la tribulación y en el destierro; no os olvidéis en vuestro corazón, lleno ya de los deleites de Dios, de los hijos, de los amigos, de los pecadores, que os llaman y buscan como a Padre, como a Amigo. Como a poderoso Mediador ante el Dios de las misericordias y de las justicias sempiternas.


¡Volver a tratar de la santidad con el impío, de la justicia con el injusto, del orden y de la paz con los que imperan y gobiernan, del salario de la eternidad con los obreros del tiempo, del gozo y de la posesión del sumo Bien con todos los hijos del dolor y del trabajo.


¡Vuelva a caer sobre la tierra el rocío de vuestra palabra!

¡Vuelvan a florecer las soledades y los claustros de la santidad de vuestros monjes y de vuestras vírgenes!

¡Vuelva, como en días de triunfo, a respirar con alegría la militante Iglesia bajo la sombra de vuestro báculo!


Padre y Pastor amantísimo, que no queríais vuestra salvación sino salvando a vuestro pueblo: no os olvidéis ahora, que estáis en el lugar seguro, de los que nos hallamos todavía en medio de la batalla y del peligro; cobijadnos a todos bajo las alas de vuestra caridad y vuestro celo; guardadnos a todos en el redil del Divino Pastor, Cristo; conducidnos por la senda dichosa de su Ley, y llevadnos con vos a los eternos pasos de su gloria, donde juntamente con vos le veamos en la inefable compañía del Padre y del Espíritu Santo, y Él sea nuestro Dios, y nosotros seamos su pueblo por los siglos de los siglos. Amén.




DÍA PRIMERO


Vocación Divina


¡Gloriosísimo Padre, San Agustín, que por divina dispensación fuisteis llamado de las tinieblas de la gentilidad y de los caminos del error y de la culpa a la admirable luz del Evangelio, y a los rectos caminos de la gracia y de la justificación, para ser ante los hombres vaso de predilección divina, y brillar en días calamitosos para la Iglesia, como estrella de la mañana entre las tinieblas de la noche; alcanzadnos el ser llamados y predestinados como vos lo fuisteis a la vida de la gracia, y a la gracia de la eterna vida, donde justamente con vos, cantamos las misericordias del Señor y gocemos la suerte de los elegidos, por los siglos de los siglos! Amén.


Meditemos sobre la gracia inestimable de la vocación y pidamos la que deseamos conseguir con esta Novena.


TRES padrenuestros, Avemarías y Gloria al Padre, ala Sma. Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este misterio el Gran Padre y Doctor de la Iglesia, San Agustín.


Ruega por nosotros gran Padre San Agustín, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amen.


 
 
 

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