San Ezequiel Moreno (1848-1906)
- Prensa, CC.
- 19 ago 2017
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Nací en España, más exactamente en la comunidad foral de Navarra. Siguiendo el ejemplo de un hermano mío en 1864 vestí el hábito religioso en el convento de los agustinos recoletos de Monteagudo. Luego de estar más de 6 años en el convento fui enviado en 1871 al país de Filipinas, donde me ordene como sacerdote, en ese momento empecé a desempeñar mi primer trabajo apostólico.

El capítulo provincial de 1885 me nombró prior del convento de Monteagudo, me decían bastante que me caracterizaba por ser un misionero de gran experiencia y hasta me calificaron con aureola de santo, tanto así que emocionaba a los jóvenes para que hicieran parte de las misiones, en otras palabras me definían como una persona inigualable, me sentía muy halagado cuando me decían estas cosas.
Ya habiendo terminado mi mandato, me ofrecí como voluntario para venir a Colombia a restaurar el orden, siendo mi objetivo principal el restablecer la observancia religiosa en las comunidades. Me sentía seguro de que podría lograr grandes cosas en este bello país y pensaba que los buenos religiosos pueden ser auténticos apóstoles.
Quería reactivar bastantes cosas que se habían dejado un poquito de lado, entre esas reactivar la misión de Casanare, donde los agustinos recoletos habían enseñado el evangelio durante muchísimos años.
Logrado mi objetivo, en el año 1893 me habían nombrado vicario apostólico de Casanare, y dos años después obispo de Pasto, que gran logro. Aunque eso siempre decimos antes de empezar algo que tanto deseábamos, todos sabemos que en la vida el camino es muy difícil. Ya que tuve que pasar momentos difíciles donde pasé bastantes humillaciones, desprecios, calumnias, persecuciones e incluso la incomprensión por parte de mis superiores inmediatos.
Siempre como buen pastor puse todo de mí, aunque tuviera que poner en gran peligro a mis ovejas, hacia todo lo posible por defender mi fe, tanto así que en el año 1898 tuve la oportunidad de recibir la visita del Papa León XIII. Era la oportunidad que estaba esperando ya que quería renunciar, pero lamentablemente no lo aceptó. Tuve que afrontar una guerra civil que vendría unos años después.
En 1905 padecí una enfermedad, una muy cruel que de solo pensarla me da escalofríos, tanto así que me vi obligado a regresar a España.
Me intervinieron quirúrgicamente continuas veces y bueno, yo no quería llegar al punto de la anestesia, decidí soportar el dolor sin lamento alguno, tanto así que cada vez que me intervenían los doctores les conmovía mi fuerza para soportar este dolor. Al pasar los días ya me estaba dando cuenta que me quedaba poco tiempo de vida y quería regresar a mi querido convento de Monteagudo.
El 19 de Agosto de 1906 me fui al lado del señor a descansar en paz, fui sepultado a los pies del altar de la iglesia de la Virgen del camino…
Su solemne canonización tuvo lugar en la ciudad de Santo Domingo el 11 de octubre de 1992 siendo el Papa Juan Pablo II el que lo presentó al mundo como ejemplo de pastor y de misionero en el V Centenario de la evangelización de América.
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