MÁRTIRES JAPONESES (1610-1637)
- Prensa, JV.
- 28 sept 2017
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MÁRTIRES JAPONESES
(1610-1637)
En los inicios del siglo XVII estalló en Japón una de las persecuciones más feroces y cruentas en la historia de la iglesia. Las misiones católicas, iniciadas por San Francisco Javier a partir de 1549, estaban recogiendo grades frutos, no obstante la primera persecución en 1595. Los misioneros jesuitas, franciscanos, dominicos y agustinianos habían creado numerosas y fervientes comunidades.
El número de mártires ofrecido por la Orden Agustiniana a la causa del Evangelio fue grande. Agustinos ermitaños y recoletos, nativos o provenientes de Portugal, España y Filipinas, hombres y mujeres, terciaros y simples cofrades “cinturados”, muriendo por su fe dieron también un espléndido ejemplo de unidad y de universalidad de la Orden.

1610 Los PP. Juan Damarín y Francisco de Osorio son asesinados en el puerto de Nagasaki. El P. Pedro de Montejo muere prisionero en una nave holandesa antes de ser entregado a los japoneses. También es sacrificado el hermano Luis Micho.
1617 Son decapitados el P. Fernando de S. José de Ayala y el japonés Andrés Yoshida, presidente de la de la cofradía de la correa de Nagasaki.
1622 Mueren quemados a fuego lento el P. Pedro de Zúñiga y el japonés Joaquín Hiroyama, éste por haber ayudado al P. Pedro.
1630 Son decapitados fray Juan Shozuburo, los oblatos Miguel Kiuchi Tayemon, Pedro Kuhieye, Tomás Terai Kahioye, y los terciarios Mancio Seizayemon y Lorenzo Hachizo, todos japoneses.
1632 Mueren quemados a fuego lento los PP. Bartolomé Gutiérrez, Vicente de S. Antonio Simoens, Francisco de Jesús Terreros, Martín de S. Nicolás Lumbreras y Melchor de S. Agustín Sánchez.
1633 Es asesinado el P. Francisco de Graça Correia.
1634 Se entrega y es martirizada la terciaria laica Magdalena de Nagasaki.
1637 Mueren en el terremoto de la “fossa” Tomás de S Agustín Jihyoe, denominado Kintsubay Miguel de S. José. Ese mismo año numeroso terciario agustino siguieron a “Kintsuba” en el martirio.
Seguramente, nuestra fe cansada, mediocre y superficial podría encontrar en ellos un motivo de reflexión.
Pietro Bellini, O.S.A.
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