Bto. ELÍAS DEL SOCOROO NIEVES (1882-1928)
- Prensa, CC.
- 11 oct 2017
- 2 Min. de lectura
Mateo Elías Nieves nació en Yuriria (Guanajuato- México) en un contexto modesto sus padres eran agricultores, una desgracia ocurrió cuando tenía doce años, su padre fue asesinado por unos salteadores y tuvo que dejar los estudios para poder ganar algo de dinero y ayudar a su familia.

En 1904, no obstante su escasa preparación y su edad adulta, consiguió ser admitido en el seminario agustiniano de Yuriria. Las dificultades por causa de los estudios iniciados a los 21 años donde decide abandonar las faenas del campo por una vida de fe y amor hacia el señor. En reconocimiento a la ayuda de lo alto en tantos momentos de su vida y movido de su amor por el prójimo y la devoción a María, al profesar en 1911 cambió el nombre de Mateo Elías por el de Elías del Socorro.
En 1916 ordenado como sacerdote, ejerce su ministerio de diversas localidades del Bajío, hasta que en 1921 es nombrado vicario parroquial de la Cañada de Caracheo, un poblado en las estribaciones del Culiacán. En un entorno de escasos recursos económicos, falta de servicios sanitarios y escuelas públicas no se limitó a la asistencia espiritual de su grey si no contribuyo a mejorar la calidad de vida de sus feligreses, compartió con ánimo generoso, jovial disponible y confianza a la provincia.
Durante esos años se empieza a sentir el movimiento popular de los “cristeros”. El P. Nieves, que se mantuvo al margen de esta revolución armada, cuando a finales de 1926 se llegó a la efectiva persecución de la iglesia, a pesar de su carácter tímido, en vez de obedecer la orden del gobierno de pasar a vivir en las ciudades, se estableció en la cueva del cercano cerro de La Gavia, asegurando así a sus fieles la asistencia religiosa.
En catorce meses estuvo en la clandestinidad, cuando se tropieza con un destacamento de soldados, a lo que les llamó la atención que bajo el vestido blanco de campesino se entreviera el oscuro que empleaba en su ministerio pastoral nocturno. Fue interrogado y declarado en su condición de sacerdote, lo arrestaron de inmediato.
Al amanecer del 10 de marzo de 1928 militares y prisioneros se encaminaron en dirección al pequeño centro urbano de Cortazar. En el primer alto el capitán al frente del destacamento dio la orden de pasar las armas a los dos acompañantes del Padre, testigos incomodos, quienes después de confesarse murieron vitoreando a Cristo Rey. En la siguiente parada, ya próximos al poblado, el capitán se dirige al Padre diciéndole “Ahora le toca a Vd., vamos a ver si morir es como decir misa”.
El P. Nieves pide unos momentos para recogerse, después da la bendición a los soldados y comienza a recitar el credo mientras preparaban las armas para fusilarlo. Sus últimas palabras fueron un sonoro “Viva Cristo Rey”.
Sus restos descasan en la iglesia parroquial de la Cañada. Fue solemnemente beatificado el 12 de octubre de 1997.
Fernando Rojo, O.S.A.
Comentários